Paco Ureña alcanza el triunfo con un sobrero de Domingo Hernández de vuelta al ruedo

Paco Ureña abre la puerta grande de la Ribera tras desorejar a un buen sobrero de la ganadería de Domingo Hernández en la tercera de San Mateo

1223

FICHA DEL FESTEJO:

Plaza de toros de La Ribera (Logroño). Feria de San Mateo. Tercera de abono. Se lidiaron toros Núñez del Cuvillo. Desiguales de presentación. El 1º, noble; el 2º, repetidor al principio pero se rajó pronto; el 3º, protestón y parado, muy soso; el 4º, le faltó casta, mejor por el izquierdo; el 5º, sin clase, muy pegajoso; y el 6º bis, Domingo Hernández, exigente, con codicia y de buena condición, premiado con la vuelta al ruedo. 

Antonio Ferrera, de azul oscuro y oro, estocada caída (silencio); dos pinchazos, estocada baja (silencio); pinchazo, media estocada (pitos).

Paco Ureña, de rosa palo y oro. Pinchazo, estocada baja (silencio); estocada, dos descabellos (silencio); estocada caída (dos orejas). 

Por Jesús Rubio

Tras rumorearse algunos nombres por los mentideros de La Ribera tras la baja anunciada hace varios días de Manzanares, al final el festejo se quedó en un mano a mano entre Antonio Ferrera y Paco Ureña.

Fue el sexto bis, el que aguardaba en los chiqueros como primer sombrero. La tarde pesaba a la altura del último toro, apenas unos pequeños retazos quisieron levantar, pero nada. Para atrás se fue el de Cuvillo, que blandeó desde que salió de los chiqueros. Delirio fue quien salió en su lugar, del hierro de Domingo Hernández, el mismo hierro con el que el primer día triunfó Cayetano, Urdiales y Ginés Marín. Volvieron las esperanzas a los tendidos. Había opciones de que cambiase el rumbo de una tarde fría. Le tocó a Ureña, que bien podía haber sido para Ferrera, ya que alguno de sus toros podían haber vuelto también a corrales. Ureña gustó en el toreo de recibo a la verónica. El toro tenía otra calidad. Embistió con clase y ritmo en la muleta, con codicia y al primer envite. Con la diestra prendió la mecha desde el comienzo, después al naturales sacó naturales inmensos con su personalidad y clasicismo. Cerró la faena por ayudados por alto, y tras una estocada entera fue premiado con las dos orejas. Justito de carburante anduvo el segundo. Se gustó Paco Ureña en el toreo a la verónica. Brindó al público después una faena que al comienzo parecía que iba resultar. Bonito el comienzo a pies juntos y a dos manos, toreando por alto. Una tanda que alternó con algún muletazo por bajo. Le dio tiempo al toro, que embestía con codicia, pero a la tercera serie comenzó a protestar para terminar rajándose. Al natural Ureña lo intentó, pero entre colocarse y el muletazo la faena no terminó de coger vuelo. Falló con los aceros y todo quedó en silencio. Una corta tanda por naturales rematada con un pase a la hombrera contraria nos devolvió la esperanza de una tarde que terminaba sin romper a la altura del cuarto toro. Cumbre. Vertical, de trazo largo y con la figura encajada, nos pellizcó y nos hizo volver a lo que realmente es el toreo. Hasta ese momento Ureña probó por ambos pitones, intentó, tiró, esfuerzo puso, pero la tarde ya pesaba. Como un cañón se tiró a matar, pero tardó en caer y tuvo que hacer uso de la cruceta.

Escasas fueron las opciones para Ferrera en toda la tarde. Casi 6 años tenía el primero de Cuvillo, dos meses le quedaban para cruzar la línea que le impedía ya pisar un ruedo. Era bastote, en movimientos y hechuras. Tuvo movilidad en los primeros tercios, pero terminó parándose. Ferrera brindó al público una faena que pasó sin pena ni gloria. Antes se lució en banderillas Javier Valdeoro. Por el pitón derecho intentó alargar la embestida, muy corta en la mayoría de los muletazos. Le costaba embestir al toro, que lo hacía sin clase y a trompicones. Mató de una estocada baja. De salida protestaron al tercero, por las hechuras al principio, después porque blandeó en demasía. Se derrumbó tras el puyazo, pero el presidente aguantó y lo terminó dejando en el ruedo. Ferrera no intentó por ambos pitones, pero al burraco le costaba seguir el viaje y lo hacía protestando y a media altura, punteando los engaños a mitad de trazo. Una corta serie al natural, al final ya de la faena, gustó en el tendido, pero se diluyó pronto. Trató Ferrera de llevarlo a media altura, sin obligarle, pero no caló en el tendido. Fea cayó la espada, bastante baja. Pitado en el arrastre fue le quinto, al que le faltaron todo los ingredientes para que fluya el toreo: clase, casta, motor, bravura… Se revolvía a mitad del viaje, pegajoso con la muleta, por lo que Ferrera tampoco anduvo cómodo y claudicó pronto.

La tarde fue para Ureña, al que le tocó la lotería con un buen sobrero que cambió el rumbo de la tarde ya en los minutos finales. Ureña se marchó a hombros. Tres de tres.