“Lo más importante ahora es proteger los yacimientos y los restos, que nos proporcionan más datos sobre la historia de la ciudad”
David Eguizábal (Director de la excavación de Cerro de San Miguel)
El Cerro de San Miguel sigue contándonos su historia. Ahora lo hace con una necrópolis en la zona nororiental que data de la alta edad media; un conjunto de tumbas antropomórficas que estarían relacionadas con el antiguo y desaparecido templo de San Miguel. Estos restos han salido a la luz gracias a la iniciativa de la Fundación Caja Rioja y la financiación de la Dirección General de Cultura y Patrimonio de la Comunidad Autónoma. Un proyecto que dirige el arqueólogo arnedano David Eguizábal, y que se pretende enlazar con las cuevas de la zona, con el fin de que todo el conjunto sea declarado Bien de Interés Cultural.
Esta excavación está permitiendo conocer más datos sobre el pasado de la ciudad. Revelaciones que incluyen la relación cristiana de la Edad Media con la disposición de las propias tumbas así como con su orientación. En total son 9, 3 de las cuales aún albergaban restos óseos.
Se calcula que la época en la que se creó esta necrópolis dista en 1000 años del poblamiento celtíbero, una etapa en la que se cree que el cerro no albergó nada. Una de las hipótesis que se barajan sobre la historia del cerro es que tras la destrucción del poblado pasó en torno a un milenio sin actividad, hasta la época de la necrópolis, sobre los siglos X,XI, XII o XIII, vinculada a San Miguel y a un posible monasterio ubicado en el entorno de las cuevas.
Con respecto a otros yacimientos del mismo tipo ubicados en otras zonas de La Rioja, existen similitudes que podrían vincularlos, como las creencias, la orientación de los cuerpos o la forma de enterramiento sobre la roca, aunque aún es pronto para saberlo.
Además de la necrópolis cristiana, se han encontrado algunos restos cerámicos de la época celtíbera que constatan lo que ya se descubrió hace años, la existencia del poblado. Pero la zona cuenta también con algún vestigio de lo que pudo ser una especie de cuba, igualmente tallada en roca, donde lavarían los cuerpos antes de enterrarlos, y una prueba que delata la existencia de una cantera de sillería, algo que ha supuesto toda una sorpresa dada la mala calidad de la arenisca arnedana.
Tras más de un mes trabajando sobre el terreno, dentro de pocos días algunos elementos serán cubiertos de nuevo para protegerlos y evitar su deterioro. Además, teniendo en cuenta que este yacimiento se encuentra en pleno Vía Crucis, la organización quiere proteger a los viandantes, aunque la idea es dejar la mayor parte a la vista, dado que el material de la necrópolis es, en su mayoría, roca, más resistente a la acción de la meteorología. De momento los restos serán catalogados e inventariados, con el objetivo de investigar más en profundidad cuando sea posible.
De cara a promocionar nuestras raíces y dar a conocer los orígenes de la ciudad a quienes quieran visitarnos, la idea es consolidar toda la zona e instalar paneles informativos y señalización en un futuro, contribuyendo así a potenciar el turismo, con el orgullo de seguir aprendiendo de nuestra historia y teniendo presente además que la respuesta a muchas preguntas sobre nuestro pasado, está aún bajo nuestros pies.